love.fútbol identifica las tendencias que marcarán el deporte para el desarrollo en México rumbo a 2026

Ciudad de México, 29 de diciembre de 2025 ― En el marco del Mundial de la FIFA 2026, que colocará nuevamente a México en el centro de la conversación futbolística global, el deporte para el desarrollo enfrenta una pregunta de fondo que va más allá del espectáculo: qué quedará cuando termine el torneo y cómo ese momento de visibilidad puede traducirse en beneficios reales, sostenidos y medibles para las comunidades donde jugar sigue siendo un privilegio.

love.fútbol, organización global sin fines de lucro dedicada a cerrar la brecha de acceso al juego y a garantizar que cada niña y niño cuente con un espacio seguro para jugar, trabaja desde hace casi dos décadas bajo una premisa clara: el fútbol no es solo un deporte, es una herramienta de cohesión social, pertenencia y desarrollo comunitario cuando se construye desde lo local y con participación activa de quienes habitan los territorios

Esa visión global se aterriza en México a través de un modelo de co-creación comunitaria que hoy se traduce en 21 proyectos activos en entidades como Ciudad de México, Estado de México, Veracruz, Jalisco y Querétaro, en contextos urbanos y periurbanos donde la recuperación de una cancha implica mucho más que infraestructura, implica reconstruir confianza, activar redes vecinales y generar espacios seguros para niñas, niños y juventudes en zonas históricamente excluidas del espacio público de calidad.

México es un país joven, con cerca de treinta y seis millones de niñas, niños y adolescentes y más de treinta millones de personas jóvenes, pero también profundamente desigual: casi la mitad de la población menor de dieciocho años vive en situación de pobreza, una realidad que limita el acceso a espacios recreativos seguros y que vincula directamente el derecho al juego con agendas más amplias de bienestar, prevención de violencias y desarrollo social.

En este contexto, love.fútbol identifica las principales tendencias que marcarán el deporte para el desarrollo en México rumbo a 2026:

  1. Del megaevento al legado comunitario: El Mundial acelerará inversiones, obras y atención mediática, pero el verdadero impacto se jugará en la capacidad de transformar esa coyuntura en beneficios sostenibles a nivel comunitario, con espacios que se usan, se cuidan y se sostienen en el tiempo gracias a modelos claros de gobernanza y apropiación colectiva que eviten que la cancha se convierta en un símbolo vacío una vez que termina el evento.
  2. La equidad en el juego como prioridad urbana: En México, la desigualdad en el acceso al juego refleja inequidades más profundas en la distribución del espacio público, por lo que el deporte para el desarrollo se integrará cada vez más a agendas de cohesión social, seguridad comunitaria y recuperación del tejido urbano, con un énfasis creciente en garantizar que niñas, niños y juventudes puedan jugar cerca de casa sin recorrer largas distancias ni enfrentar riesgos cotidianos que hoy limitan su participación
  1. Entornos seguros y salvaguarda con enfoque en violencia basada en género: Ampliar el acceso al deporte sin protección adecuada puede reproducir exclusión y violencia, por lo que hacia 2026 la salvaguarda se consolidará como un estándar con énfasis en la prevención de la violencia basada en género, integrando protocolos claros frente al acoso y el abuso, capacitación a entrenadores y liderazgos comunitarios, mecanismos de denuncia accesibles y criterios de diseño y gestión que garanticen espacios seguros y dignos para niñas, adolescentes y mujeres.
  2. Alianzas multisectoriales orientadas a sostenibilidad: El impacto duradero del deporte comunitario dependerá de la colaboración entre comunidades, gobiernos locales, empresas y organizaciones sociales, priorizando esquemas de corresponsabilidad capaces de sostener la activación, el mantenimiento y la medición de impacto a largo plazo.
  3. Innovación cultural y nuevas formas de participación: Para que las canchas sigan vivas y relevantes, el deporte para el desarrollo en México incorporará cada vez más elementos culturales, narrativas locales y herramientas digitales que conecten con las nuevas generaciones, amplíen la participación y fortalezcan el sentido de pertenencia, manteniendo siempre a la comunidad como protagonista y guardiana del espacio

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