mié. Ago 6th, 2025

As a college student discusses her success in a math class, her female tutor smiles proudly.

¿Cómo acompañar mejor a los adolescentes? Una mirada desde la educación con sentido humano

Un adolescente que se siente visto, escuchado y valorado tiene más herramientas para transformar su entorno. Y eso es lo que logra un acompañamiento humano y horizontal.Acompañar a un joven no significa decirle qué hacer, sino estar presente, escuchar activamente y crear un espacio donde pueda construir su identidad con libertad y confianza.A través del Acompañamiento Apreciativo, Prepa Tecmilenio potencia el pensamiento crítico, refuerza la autoestima y el bienestar integral como eje del desarrollo personal.

Ciudad de México a 5 de agosto de 2025.- Durante mucho tiempo se consideró la adolescencia como una etapa de transición en la vida, una especie de puente entre la niñez y la adultez donde las personas se encuentran a la espera de volverse “gente productiva” o de mayor valor para la sociedad. Afortunadamente, este paradigma evolucionó con el paso del tiempo y hoy se reconoce este periodo como uno crucial en la formación y el desarrollo humano.La adolescencia es una fase de la vida tan valiosa como las demás. Como etapa formativa, es propicia para afianzar los valores y fortalecer las relaciones humanas desde una visión amable y solidaria; pero también es una revolución interna donde las emociones y las ideas se viven con una intensidad inusual, dados los notorios cambios por los que atraviesan las personas.

En este momento, las relaciones, las experiencias y la educación juegan un papel elemental en el trazado del carácter y las competencias para la vida, por lo que recorrerlo en compañía puede representar un éxito anticipado en la historia personal.En la actualidad, hablar de educación implica hablar de acompañamiento. No como en aquella visión tradicional donde el acompañante —adulto por lo general— imponía su visión de vida, sus creencias, sus conductas o sus propias experiencias como las únicas viables (una práctica que era habitual incluso en las escuelas). Es decir, la estructura del acompañamiento ya no puede ser vertical, sino horizontal y amable. Esto se vuelve una búsqueda cada vez más apremiante en las diferentes esferas de desarrollo y convivencia, especialmente en la educación formal. El acompañamiento no es ni debe ser un concepto decorativo, sino un proceso de franca transformación que permita a las personas acompañadas expresar sus inquietudes y sueños con miras reales a cumplirlas.

Este ideal de acompañamiento es el que se vive en las sociedades estudiantiles de Prepa Tecmilenio, como un paso al autoconocimiento del estudiante desde una perspectiva profundamente humana, planteada desde el bienestar y la felicidad.En la vida todas las personas acompañan o son acompañadas, es un proceso cíclico y casi inevitable. Pero la figura actual de quien acompaña, planteada desde el humanismo, es la de alguien que asume la responsabilidad de “estar” presente, de escuchar de manera activa, de mirar sin juzgar y propiciar las condiciones para que la persona acompañada —en este caso el adolescente— se reconozca como protagonista de su propio proceso. En el complejo periodo de vida que llamamos adolescencia, el acompañamiento no solo es una necesidad, sino un derecho. En este sentido, las instituciones que forman niños y adolescentes deben ir a la vanguardia, proponer modelos que orienten a los estudiantes a encontrar lo que les apasiona; hacerles preguntas poderosas para potenciar su pensamiento crítico y fortalecer sus habilidades y conocimientos relacionados con los programas académicos de los que forman parte.“Cuando acompañamos desde el aprecio, el estudiante empieza a verse con otros ojos: descubre que puede, que vale y que su historia importa. Ahí empieza la verdadera transformación”, explica Abismael Reséndiz, Director Nacional de Preparatoria Tecmilenio.El acompañamiento transforma vidas, no porque “acomoda”, sino porque “potencia”. Le recuerda al estudiante que tiene derecho a soñar, a elegir y a construir, por eso debe hacerse desde la empatía y el aprecio.

El acompañante debe apreciar al otro, ver en él su humanidad, su potencial y hacerle creer en sí mismo, reforzar de manera positiva su confianza y orientarlo para mirar más allá de su rendimiento educativo y preguntarse hacia dónde lo puede llevar para transformar no sólo su historia, sino las historias a su alrededor.En espacios como Prepa Tecmilenio, este acompañamiento se convirtió en un elemento nuclear de una propuesta educativa que no sólo enseña contenidos, sino que forma personas. Los líderes de generación asumen un rol mucho más profundo que el de facilitadores: son guías, modelos, interlocutores y espejos. No dictan instrucciones ni trazan un camino, sino que caminan en franca compañía con el estudiante.A propósito de este tema, Abismael Reséndiz asegura que “el acompañamiento afirmativo refuerza lo positivo y genera una confianza real en los estudiantes, afirmando su sentido de pertenencia y fortaleciendo su autoestima para lograr su propósito de vida”.Reséndiz habla desde su valiosa experiencia, pues Tecmilenio desarrolló un modelo de Acompañamiento Apreciativo, basado en la confianza, la escucha activa y la co-creación.

En este modelo, los coaches proponen a los estudiantes retos atractivos y constructivos, relacionados al mismo tiempo con sus áreas de aprendizaje y con resonancia en la vida, basados no sólo en una metodología bien estructurada para medir el avance en el camino de los jóvenes, sino en su realidad y su historia. Es por eso que “las historias de los mentores también importan, porque son inspiradoras y pueden orientar a los estudiantes sobre cómo trazar la propia, porque aportan significado a la historia del otro”, añade Reséndiz.Dicho de otro modo, el acompañamiento apreciativo es un proceso transformador que se preocupa por el desarrollo en todos los sentidos. Antepone la realización y la felicidad como ejes para el desarrollo social y brinda a la vez que una educación de la más alta calidad, una con el más alto sentido humano.

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