
Por qué lograr el “cero neto” es una necesidad empresarial en la era del IA
![]() Esto es una señal clara: las empresas ya no pueden tratar la sostenibilidad como un KPI interno o una narrativa de marketing: se está convirtiendo en un punto de referencia de desempeño. Pero la brecha entre la ambición y la ejecución es amplia. Las empresas que se benefician de la transformación digital también deben ser honestas sobre su costo ambiental, especialmente a medida que la IA impulsa las demandas de infraestructura. Esto implica ir más allá de los clichés sobre el cero neto y analizar los detalles, como dónde se ejecutan las cargas de trabajo, cómo se utiliza la energía y si existen las herramientas para mejorar. Las decisiones sobre infraestructura y energía no solo afectan al medio ambiente, sino que también impactan directamente en los resultados y la reputación de la marca. Integrar eficazmente las estrategias ESG, mediante la eficiencia energética, la optimización de recursos y la innovación de procesos, puede generar ganancias operativas. Además, existe el beneficio financiero y reputacional de validar cualquier estrategia ESG. En la Encuesta global a inversores institucionales 2024 de EY se descubrió que el 85 % de los inversores institucionales cree que el buscar mejorar la imagen de las empresas con iniciativas verdes está en aumento, y el 92 % afirma que las iniciativas ESG deben estar vinculadas al rendimiento a corto plazo para ganar credibilidad. Por ello, el 76 % afirma que los datos ESG necesitan una verificación independiente para generar confianza. En nuestras propias operaciones, y a través de la tecnología que ofrecemos, estamos tomando medidas para garantizar que la sostenibilidad no sea una cuestión de último momento, sino un principio de diseño. En el año fiscal 2024, por ejemplo, el 73 % de la energía utilizada en nuestros centros de datos internos provino de fuentes renovables, frente al 68 % del año anterior.Esto no fue casualidad. Como parte de la planificación del arrendamiento de nuestro centro de datos, migramos nuestras cargas de trabajo a proveedores con prácticas más sólidas de eficiencia energética e hídrica, y seguimos invirtiendo en certificados de atributos energéticos para respaldar nuestro uso de fuentes renovables. Pero nuestra responsabilidad no se limita a las operaciones internas. Nuestros clientes se encuentran bajo la misma presión, lidiando con cambios regulatorios, el aumento de los costos energéticos y el crecimiento de la infraestructura de IA. Por eso, Nutanix Cloud Infrastructure (NCI) está diseñada no solo para mejorar el rendimiento y simplificar las operaciones, sino también para contribuir a un impacto ambiental tangible. Los clientes que compartieron sus experiencias informaron, en promedio, una reducción del 70% en la huella de hardware físico y del 50% en el consumo de energía al migrar de una arquitectura tradicional basada en SAN de tres niveles a NCI. Hay mucho que aprender de esto. La visibilidad y los datos también son importantes. Sin información sobre el rendimiento y el consumo de la infraestructura, hay pocas posibilidades de una optimización real. Nuestra función Power Monitor, introducida en el año fiscal 2024, proporciona a los usuarios métricas detalladas sobre el consumo de energía a nivel de nodo y clúster. Esto permite a los equipos de TI tomar decisiones informadas sobre la distribución de la carga de trabajo y la eficiencia energética, en lugar de basarse en suposiciones. También hemos facilitado decisiones más inteligentes gracias a la flexibilidad. Al permitir la reutilización de hardware de servidor existente certificado y actualizaciones incrementales, nuestra plataforma ayuda a las organizaciones a prolongar la vida útil del hardware, evitar ciclos innecesarios de reemplazo y alinearse con los objetivos de la economía circular. Lecciones aprendidas La lección aquí no es que todas las empresas deban replicar exactamente lo que Nutanix ha hecho, sino que ya existen las herramientas, los datos y las estrategias para lograr una infraestructura más inteligente, transparente y eficiente. El desafío es cultural y operativo: ¿pueden las empresas integrar la sostenibilidad en su estrategia de TI central, en lugar de limitarla al cumplimiento normativo? Lo que está claro es que un progreso significativo exige más que solo la alineación de políticas o nuevos marcos de información. Requiere que las empresas asuman el control de aquello en lo que pueden influir directamente: los sistemas que operan, la energía que consumen, la escalabilidad de su infraestructura. La lección es simple, pero se pasa por alto fácilmente. La sostenibilidad debe integrarse en las operaciones, no añadirse como una idea de último momento. Y aunque el punto de partida de cada organización será diferente, el rumbo debería ser el mismo. Una infraestructura más inteligente y transparente, respaldada por evidencia, no por afirmaciones, definirá a los líderes del mercado del mañana. No porque la regulación lo exija, sino porque la resiliencia, el rendimiento y la sostenibilidad ahora están fundamentalmente entrelazados. |