El estrés crónico, la desconexión emocional y la rutina sin sentido afectan cada vez más la salud mental de los adultos, en especial entre los 35 y 55 años.Estudios científicos vinculan el propósito de vida con menor riesgo de deterioro cognitivo, menor inflamación celular y mayor esperanza de vida.En México, el Instituto del Propósito y Bienestar Integral de Tecmilenio impulsa programas académicos, investigación aplicada y liderazgo formativo enfocados en cultivar bienestar con sentido.Ciudad de México a 17 de julio de 2025. En México y en muchas partes del mundo, la salud mental de los adultos enfrenta una crisis silenciosa. A diferencia del foco creciente sobre la salud emocional de niñas, niños y adolescentes, quienes transitan la adultez —sobre todo entre los 35 y los 55 años— viven un malestar que rara vez se nombra. Se sienten cansados, desconectados, emocionalmente anestesiados. No están deprimidos en términos clínicos, pero tampoco bien. Cumplen con sus responsabilidades, pero lo hacen con el piloto automático encendido. Lo que muchos describen como “funcionar”, en realidad es una forma de agotamiento existencial. La buena noticia es que ese desgaste no es irreversible: con herramientas adecuadas y un enfoque intencional, es posible cuidar —y fortalecer— la salud mental en esta etapa de la vida.A este fenómeno se le ha prestado cada vez más atención desde el campo del bienestar integral. Investigaciones científicas han demostrado que tener un sentido claro de propósito en la vida se asocia con múltiples beneficios para la salud. Un estudio dirigido por Eric S. Kim, de la Universidad de California y publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (2014), encontró que las personas con un propósito definido muestran menores niveles de inflamación celular y mayor resiliencia al estrés agudo. El propósito, en este contexto, actúa como una especie de amortiguador biológico y emocional frente a los desafíos cotidianos.Lejos de tratarse solo de un factor subjetivo, el propósito también parece desempeñar un papel clave en la salud cognitiva. Patricia A. Boyle, neuropsicóloga del Rush Alzheimer’s Disease Center, lideró un estudio publicado en Archives of General Psychiatry (2010) que reveló un dato poderoso: las personas con un fuerte sentido de propósito tenían hasta 2.4 veces menos probabilidad de desarrollar Alzheimer o deterioro cognitivo leve. Estos resultados, replicados por investigaciones posteriores, han llevado a diversos centros de salud y educación a incluir el propósito como un eje de prevención y bienestar.En México, algunas instituciones educativas han comenzado a traducir esta evidencia en acciones concretas. El Instituto del Propósito y Bienestar Integral ha impulsado