Las empresas deben aprender a convivir con el ransomware

de protección de datos sólida.

En primer lugar, los equipos de seguridad deben asegurarse de que disponen de una copia inmutable de sus datos para que los hackers no puedan alterarlos ni cifrarlos de ninguna manera. Luego, deben cifrar sus datos para que, en caso de robo o violación, dichos piratas informáticos no puedan acceder a ellos ni utilizarlos.

La etapa más importante para sellar realmente la fortaleza es lo que llamamos la Regla 3-2-1-1-0. Esto significa mantener un mínimo de 3 copias de los datos, de modo que incluso si dos dispositivos se ven comprometidos o fallan de algún modo, sigas teniendo una copia adicional, y es mucho más improbable que fallen tres dispositivos. Las organizaciones también deberían almacenar estos respaldos en 2 tipos diferentes de soportes: por ejemplo, una copia en un disco duro interno y otra en la nube. Además, 1 de ellas debe guardarse siempre en un lugar seguro fuera de las instalaciones, y 1 más debe mantenerse sin conexión a la infraestructura informática principal. La fase 0 es quizá la más importante de todas: no debe haber ningún error en los respaldos. Esto puede garantizarse mediante pruebas periódicas y una supervisión y restauración constantes.

Si se siguen estos pasos, las empresas podrán mantener la calma cuando inevitablemente se produzca un ataque de ransomware, porque estarán seguras de haber cerrado las puertas a los ciberdelincuentes.

En resumen:

Las organizaciones se enfrentarán en algún momento a un ataque de ransomware: es la realidad del mundo en el que vivimos hoy en día, pero una mayor concientización conlleva una mayor preparación. Aunque un ciberataque siempre traerá consigo caos, con la estrategia adecuada pueden convertirlo en un caos controlable y, al final, esto marca la diferencia.

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