México: del costo del efectivo a la inclusión digital

Ciudad de México, — de agosto de 2025.- En pleno siglo XXI, el efectivo sigue siendo el medio de pago dominante en México. Según datos del Banco de México (Banxico), nueve de cada diez personas lo utilizan como forma principal de transacción, mientras que apenas un 3 % recurre a transferencias electrónicas y un 17 % a tarjetas de débito.Más allá de su uso generalizado, el efectivo conlleva costos ocultos que afectan tanto a empresas como a la economía nacional. Su manejo implica gastos en transporte y seguridad, pérdidas por robos o falsificaciones, y menor eficiencia operativa. Estimaciones de organismos especializados indican que, en ciertos giros comerciales, estas pérdidas pueden representar hasta el 15 % de las ventas anuales.El problema no se limita a la operatividad empresarial. La alta informalidad laboral, que según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) alcanza el 54.6 % de la población económicamente activa, está estrechamente vinculada al uso predominante del efectivo. Esta situación reduce la recaudación fiscal, restringe el acceso a financiamiento formal e impide que millones de personas puedan construir un historial crediticio o acceder a herramientas modernas de gestión financiera.Superar esta dependencia no significa simplemente promover más pagos con tarjeta o transferencias, sino desarrollar una infraestructura financiera abierta e interoperable que permita a bancos, fintechs, comercios y plataformas digitales conectarse entre sí bajo estándares comunes. Cuando esto ocurre, las transacciones se vuelven más seguras, rápidas y accesibles, reduciendo costos y ampliando el acceso para personas y empresas.Briana Marbury, presidenta y CEO de la Fundación Interledger, enfatiza que “la interoperabilidad no es una mejora opcional, es la condición para incluir a millones de personas hoy excluidas del sistema. Cuando los sistemas se conectan, las oportunidades se multiplican y la economía se fortalece desde sus cimientos”.La experiencia internacional demuestra que este enfoque funciona. En Brasil, el sistema de pagos instantáneos PIX logró en apenas tres años desplazar el efectivo como medio principal en gran parte de las transacciones urbanas y rurales, integrando a pequeños comercios y trabajadores independientes al sistema financiero. En India, la plataforma Unified Payments Interface (UPI) conectó bancos, fintechs y comercios en una red única, logrando que los pagos digitales llegaran incluso a comunidades sin infraestructura bancaria tradicional.Estos ejemplos muestran que, cuando existe una infraestructura abierta y fácil de usar, la adopción se acelera y el impacto es tangible: menores costos para los comercios, mayor seguridad para los usuarios y más oportunidades para acceder a crédito y otros servicios.Replicar estos resultados en México requiere combinar voluntad política, colaboración entre el sector público y privado, y un desarrollo tecnológico que priorice estándares abiertos. Esto implica trabajar no solo en la infraestructura técnica, sino también en regulaciones y políticas que incentiven la interoperabilidad y eliminen barreras para su adopción. Si se logra, el país podría reducir la dependencia del efectivo, incrementar la formalización laboral y facilitar la inclusión de millones de personas en la economía digital.La transición no será inmediata, pero cada paso hacia una infraestructura interoperable fortalece el tejido económico y social. Superar la dependencia del efectivo es más que un avance tecnológico: es una estrategia de desarrollo nacional que puede marcar la próxima década para México, impulsando la innovación, la inclusión y el crecimiento sostenido. En este camino, la experiencia global de la Fundación Interledger en el diseño de estándares y soluciones interoperables representa un recurso clave para acelerar el cambio y garantizar que la economía digital sea realmente para todos. –Sobre Interledger Foundation:Interledger Foundation es una organización que construye y promueve una red de pagos abierta e interoperable donde las transacciones no se limiten a un banco, proveedor de dinero móvil ni ubicación específica. La organización trabaja para ampliar el acceso a los servicios financieros digitales para los 1.400 millones de personas en todo el mundo que actualmente están excluidas de los sistemas bancarios tradicionales a través del Protocolo Interledger (ILP). La organización trabaja con socios para integrar su ILP en las infraestructuras financieras y de pagos existentes y emergentes. Actualmente, tiene proyectos a gran escala en marcha con Wallet Guru, People’s Clearinghouse y Chimoney.Más información en: www.interledger.org

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