Ciudad de México, agosto de 2021.- Estudios observacionales llevados a cabo durante las dos últimas décadas sugieren que la microbiota intestinal puede contribuir a la salud metabólica de sus huéspedes humanos, mientras que, cuando esta se encuentra desbalanceada, puede favorecer el desarrollo de desórdenes metabólicos, incluyendo la obesidad, según afirmaciones de la Dra. Cristina Zemba, especialista en Dermatología Integrativa, Micronutrición, Microinmunoterapia y Nutrición Antiaging y Ortomolecular de los Laboratorios Ysonut.
Y es que desde hace algunos años la investigación científica ha mostrado un interés creciente en conocer la relación que puede tener la flora intestinal, también conocida como microbiota, con los problemas metabólicos y el sobrepeso. Múltiples publicaciones se han centrado en la observación de este problema, amparados con una tecnología con la que no contábamos años atrás.
¿Cómo afecta la microbiota?
Con estos nuevos conocimientos podemos decir que la microbiota tiene un papel en:
- La extracción de energía de los alimentos
- Hormonas intestinales (apetito)
- Inflamación crónica cuando está desbalanceada
En otras palabras, podemos decir que la microbiota del paciente delgado aprovecha los alimentos para obtener energía, disminuye la inflamación, mejora la salud de la barrera protectora intestinal y fabrica ácidos grasos de cadena corta, entre ellos el preciado butirato, con efecto antiinflamatorio y protector.
“Contrariamente, la microbiota del paciente obeso ‘lo aprovecha todo’ de los alimentos. Así, más que producir energía, se dedica a almacenar. Hay menor diversidad bacteriana y un aumento de ciertas poblaciones con desmedro o deterioro de otras más beneficiosas. Este desbalance se conoce como disbiosis intestinal. El resultado es la pérdida de la función de la barrera protectora del intestino y la producción de inflamación”, asegura la Dra. Zemba.
Con respecto a la saciedad y al apetito, la microbiota actúa de manera activa. La microbiota saludable produce saciedad y una mayor utilización de la energía, mientras que la flora disbiótica induce un mayor apetito a la vez que disminuye la utilización de la energía. Estas señales se emiten por redes complejas hacia el núcleo arcuato del cerebro.
Efectos de la microbiota saludable y la disbiótica
La microbiota metabólicamente sana se puede conseguir con un alto consumo de fibra y cantidades adecuadas, no excesivas de grasas, así como con proteínas saludables.
A este respecto, la especialista de los laboratorios enfocados en la macro y micronutrición, destaca que la fibra es indigerible para el organismo pero fermentable, y es aprovechada por la microbiota del intestino grueso para producir ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato). El butirato suministra energía a las células del colon y contribuye a la utilización de la energía, mayor saciedad y por tanto, menor ingesta alimentaria y mejora el metabolismo de la glucosa y la secreción de insulina.
La microbiota disbiótica se produce por un alto consumo de grasas, azúcares y proteínas, vida sedentaria e ingesta de alcohol y tabaco. Hay una disminución notable en la producción de ácidos grasos y butirato, así como un aumento de inflamación y alteraciones metabólicas.
La Dra Zemba, quien también es médico formador de laboratorios Ysonut, comparte algunas recomendaciones para mejorar la flora intestinal:
- Es imprescindible corregir los malos hábitos alimentarios y promover el ejercicio físico, evitando el sedentarismo.
- Para una acción más rápida, mientras van mejorando las condiciones alimentarias, se pueden utilizar prebióticos, probióticos y simbióticos (mezcla de probióticos + prebióticos).
Los probióticos ayudan a restablecer la función barrera protectora intestinal, evitan la proliferación de bacterias patógenas (actividad antimicrobiana) y ayudan a modular las señales de inflamación.
Los prebióticos, como por ejemplo la inulina, son el alimento de las bacterias beneficiosas. Ayudan a la absorción de minerales como el calcio, hierro y magnesio, evitan el crecimiento de bacterias no beneficiosas, ayudan a regular la inflamación y producen aumento de IgA intestinal, la inmunoglobulina de defensa de las mucosas.
Probióticos y obesidad
Es importante señalar que no todas las bacterias probióticas tienen la misma acción. De entre todas ellas resaltan dos con mayores propiedades anti obesidad.
- El Lactobacillus gasseri goza de una amplia investigación y publicaciones científicas, señalando que reduce la adiposidad intestinal, limita la absorción de grasas, mejora el tránsito y disminuye la hinchazón abdominal.
- El Bifidobacterium animalis lactis B420 refuerza la barrera intestinal, tiene acción antiinflamatoria y ayuda en la pérdida de peso. Estudios a doble ciego controlados tras 6 meses de tratamiento han mostrado una reducción de 4.5% de masa adiposa total, 6.7% de grasa abdominal y 2.6 cm del perímetro de cintura.
“La micronutrición es recomendada para reequilibrar la microbiota intestinal, ya que complementa la aportación de nutrientes y previene una eventual carencia de estos, a través de la suplementación. Sin embargo, todo proceso de suplementación alimenticia debe ser prescrita, controlada y supervisada por un especialista”, concluye la Dra. Cristina Zemba.
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