Cada 7 de julio se conmemora el Día de la Conservación de los Suelos, una fecha establecida desde 1963 en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, pionero en demostrar la importancia del suelo como recurso vital. Más allá de una superficie para caminar o sembrar, el suelo es un ecosistema complejo que sostiene la vida humana, vegetal y animal. De su salud depende la seguridad alimentaria, la biodiversidad y la disponibilidad de agua, es decir, sin suelos fértiles y sanos, simplemente no hay alimentos posibles.
Una de las claves para la conservación de los suelos es el aprovechamiento total de los recursos locales. En las comunidades donde opera Saber Nutrir, el programa de Responsabilidad Social de Grupo Herdez, que contribuye a mejorar la calidad de vida de las familias mexicanas en situación de vulnerabilidad alimentaria, con el objetivo de apoyar el desarrollo y bienestar de los niños, el desperdicio es prácticamente inexistente: en caso de que existan restos de comida, estos se utilizan en una composta que nutre la tierra.
El programa ha impulsado proyectos integrales que mejoran la calidad de vida de las familias beneficiadas, como bancos de semillas, cocinas comunitarias, silos para almacenamiento de granos y estufas ecológicas. Igualmente, en los huertos de las comunidades no se utilizan fertilizantes ni pesticidas químicos haciendo que no sólo se produzcan alimentos más sanos, sino que restauran la salud del suelo, lo hacen más fértil y resiliente, y protegen el medio ambiente a largo plazo. Esto se alinea con prácticas sostenibles y regenerativas que muchas comunidades están recuperando y adaptando.
Otro ejemplo destacado de prácticas sostenibles es la instalación de baños con biodigestor, una tecnología sencilla pero poderosa y aquí te platicamos en qué consisten.
Los baños con biodigestor permiten tratar los desechos humanos de forma segura y ecológica: el sistema separa los residuos sólidos y líquidos, que pasan por un proceso de descomposición anaerobia (sin oxígeno) dentro de un contenedor cerrado. Como resultado, se produce biol, un fertilizante líquido rico en nutrientes, que puede ser utilizado para enriquecer el suelo de los huertos familiares. Además de mejorar la salud e higiene, este sistema evita la contaminación de mantos acuíferos y transforma un residuo en un recurso útil.
¿Qué otras acciones simples ayudan a cuidar el suelo?
Incluso si no puedes instalar un biodigestor, hay muchas formas de contribuir desde casa:
1.- Evita el uso de productos químicos agresivos (limpiadores, pesticidas o aceites) que llegan al drenaje y contaminan el subsuelo.
2.- Haz composta con restos orgánicos: cáscaras, café, restos de verdura, frutas, etc. Estos se convierten en abono natural y reducen la basura.
3.- Planta en tu jardín o balcón: las raíces ayudan a evitar erosión y mantener vivo el suelo.
4.- No tires aceite por el fregadero: un solo litro puede contaminar miles de litros de agua y afectar la filtración en el suelo. Mejor deja que se enfríe, guárdalo en un recipiente seguro y posteriormente puedes llevarlo a un punto de reciclaje o tirarlo a la basura.
5.- Consume de forma responsable: mientras menos desperdiciamos, menos presión ponemos sobre los sistemas de producción agrícola y el uso intensivo de tierras.
Estas acciones son ejemplos claros de que la sostenibilidad no siempre requiere grandes infraestructuras ni inversiones; a menudo, comienza con decisiones locales, informadas y responsables.
Conservar el suelo no es una tarea exclusiva de científicos o agricultores: es una responsabilidad compartida. Cada persona que valora lo que consume, que evita el desperdicio y que apoya proyectos comunitarios está aportando a la regeneración de este recurso vital. El suelo no se renueva con rapidez, pero su cuidado sí puede acelerarse con voluntad colectiva y conocimiento.