Investigaciones en neurociencia han revelado que los pensamientos negativos activan áreas cerebrales asociadas con el miedo y la ansiedad, mientras que los pensamientos positivos generan actividad en áreas relacionadas con la felicidad y el bienestar. Es decir, la forma en que pensamos puede influir directamente en nuestras emociones. Vale la pena preguntarse, ¿qué utilidad tiene comprender esto y aprender a gestionarlo desde temprana edad?, ¿qué hacemos para acompañar a los jóvenes en este proceso hacia la madurez? ¿Qué papel puede jugar el coaching en este desarrollo?
En el mundo acelerado y cambiante en el que vivimos es esencial que los jóvenes comprendan el poder transformador que yace en sus pensamientos. Pero ¿dónde y cómo pueden aprenderlo? En primer término, padres, tutores, cuidadores y educadores, que son figuras de gran influencia en sus primeros años de vida y adolescencia, tienen el desafío de dar el ejemplo, modelando a través de sus comportamientos y de su comunicación. Hacerlo implica que estas personas adultas hayan trabajado a sí mismas llegando a un nivel de autoconsciencia sobre sus propios pensamientos y emociones, lo cual no necesariamente ocurre, entonces, ¿cómo avanzar en este propósito?
Investigaciones realizadas por la Universidad de Harvard han demostrado que el coaching puede ayudar a reducir los niveles de estrés y ansiedad en los estudiantes, mejorando su bienestar emocional y su capacidad para afrontar los desafíos académicos[1].
Por su parte, Michael Neenan, director adjunto del Centro para el Manejo del Estrés de Blackheath y psicoterapeuta cognitivo-conductual, afirma que “el coaching ofrece a los jóvenes la oportunidad de desarrollar una mentalidad resiliente, aprender estrategias efectivas de afrontamiento y descubrir sus fortalezas internas para enfrentar con éxito los desafíos de la vida y alcanzar sus metas más ambiciosas.”[2]
El coaching para jóvenes y estudiantes puede ser un aliado invaluable en el regreso a clases. Contar con el acompañamiento profesional de un coach profesional debidamente acreditado puede ser beneficioso en las siguientes áreas:
1. Gestión del cambio: El regreso a clases puede implicar ajustes en la rutina, horarios y responsabilidades. El coaching puede ayudar a los jóvenes a gestionar de manera efectiva estos cambios, adaptarse a la nueva situación y mantener un equilibrio entre sus compromisos académicos y personales.
2. Establecimiento de objetivos: El coaching puede ayudar a los estudiantes a definir metas claras y específicas para el nuevo período escolar, identificando qué quieren lograr académicamente y personalmente, y creando un plan de acción para alcanzar esas metas.
3. Mejora de habilidades de estudio: A través del coaching, los jóvenes pueden desarrollar estrategias efectivas de estudio, organización y gestión del tiempo, lo que les permitirá optimizar su rendimiento académico y enfrentar los desafíos académicos con mayor confianza.
4. Gestión del estrés y la ansiedad: El coaching puede proporcionar herramientas para manejar el estrés, la ansiedad y la presión académica, ayudando a los jóvenes a mantener un estado emocional equilibrado y afrontar los exámenes y las tareas escolares de manera más tranquila y centrada.
5. Desarrollo de habilidades blandas: El coaching puede trabajar en el desarrollo de habilidades blandas como la comunicación, el trabajo en equipo, la resolución de problemas y la creatividad, que son fundamentales para el éxito académico y futuro profesional de los jóvenes.
Es importante que cuando se elija un coach sea un profesional certificado por un organismo internacional, por ejemplo por la Federación Internacional del Coaching (ICF por sus siglas en inglés), la organización más grande a nivel mundial dedicada a promover la profesionalización del coaching estableciendo altos estándares, brindando certificaciones independientes y construyendo una red mundial de profesionales de coaching capacitados.
Integrar el coaching en el proceso educativo, facilita a los jóvenes el camino hacia el éxito académico y personal, fortaleciendo su resiliencia y capacidad de enfrentar los desafíos con confianza. Cada inicio de un nuevo año escolar, brinda una oportunidad para reinventar la manera como brindamos acompañamiento a las nuevas generaciones, con el propósito de que logren mayor autoconocimiento en beneficio de su satisfacción personal y calidad de vida.