Pozole estilo Jalisco, también consumido en el Bajío y Aguascalientes, el cual es rojo. Se prepara con chiles secos molidos (en Aguascalientes usan el chile mirasol y en Sinaloa hay una variante de este platillo que se prepara con chile guajillo).
Estilo Guerrero, sean blancos o verdes de pipián, a estos pozoles se les adiciona al momento de comerlos, al igual que a los más usuales del centro del país, cebolla picada, chile piquín molido, orégano (moliéndolo entre las palmas de las manos) y unas gotas de limón. A diferencia de los pozoles del Altiplano, no se les pone rábano ni lechuga. En cambio, se aderezan además con un huevo crudo, chicharrón de puerco en trozos, aguacate y sardinas de lata, en aceite. Al igual que la mayoría de los pozoles, se acompaña de tostadas.
Así que, si sigues pensando qué cenarás en esta época, no te olvides de un buen pozole que no sólo tiene un sabor excepcional, sino una gran historia detrás.
*Rafael Mier, director general de Fundación Tortilla, impartió la charla “Hablemos de pozole”, de la cual Fundación Herdez tomó la información para la elaboración de este texto.
Charla: Hablemos de pozole, Carmen Robles Beistegui, directora de Fundación Herdez
Charla: Hablemos de pozole, Rafael Mier, director de Fundación Tortilla
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