La película logra equilibrar el drama personal con una narración ágil y entretenida. Desde el primer momento, el espectador es sumergido en una atmósfera melancólica que pone el foco en las emociones del protagonista y su hija. Las actuaciones transmiten con fuerza el desespero, la angustia y el amor incondicional que existe en este vínculo padre-hija.
Un aspecto notable es cómo el filme aborda la situación de los migrantes de una manera fría y objetiva, sin caer en dramatismos innecesarios. Las dificultades y obstáculos que enfrentan no solo se muestran desde una perspectiva personal, sino también social y política, permitiendo una reflexión profunda sobre la situación de las personas en el limbo de la deportación. Sin embargo, esto no resta humanidad al relato, que está repleto de momentos conmovedores.
En definitiva, es una película recomendable que no solo entretiene, sino que también mueve las emociones y lleva al espectador a empatizar con los personajes mientras reflexiona sobre la realidad migratoria que muchos enfrentan en el mundo actual.