Ciudad de México a 15 de noviembre de 2024.- La radiación ha sido uno de los grandes retos a vencer desde que el hombre soñó con pisar la Luna, al elevar de manera considerable riesgos como desarrollar cáncer de piel. Sin embargo, esto podría quedar en el pasado gracias al trabajo de Victoria de León, estudiante de Ingeniería en Robótica y Sistemas Digitales en el Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México.
Se trata de una suerte de tapiz apto para colocarse al interior de los hábitats lunares; este podría fungir como parámetro de la radiación recibida, así como de la degradación y formación de grietas debido al impacto constante de micrometeoritos. Si empezara a brillar, implicaría un protocolo de evacuación y restauración de la estación.
“Es básicamente un sensor químico pasivo. Encontré una manera de hacer que el regolito lunar se doble y se comporte como un rollo; además, le integré un biomaterial con capacidad de fluorescer cuando lo expones a radiación UV”, comenta De León, quien contó con el apoyo de los Doctores Jesús Soto y Juan Rizo para conseguir una formulación que, de funcionar, sería histórica para el ciclo aeroespacial al estar compuesto de materia biológica e inorgánica.
Si bien aún no se ha establecido un protocolo formal para colonización lunar, “eso se está buscando con el programa Artemis. En los años setenta, por ejemplo, las duraciones eran de 12 o 13 días. Ahora, la estación internacional de un astronauta puede estar unos tres meses, según su función”.
“Pero, ¿por qué no se quedan más tiempo? Porque es peligroso. La radiación es top uno en problemas a largo plazo en la Luna, es decir, cuidar la salud de los astronautas es lo más complicado”, explica Victoria, quien recientemente se convirtió en la primera mujer mexicana en ser reconocida en el Congreso Internacional de Astronáutica, cuya edición 75 se celebró en Milán, Italia, y reunió más de mil 200 presentaciones.
Una solución fuera de este mundo
De acuerdo con la Fundación de Cáncer de Piel, a mayor altitud, más probabilidades de padecer esta enfermedad, dada la exposición superior a la radiación. Aunado a ello, la estudiante señala otro inconveniente a resolver: no es viable transportar materiales desde la Tierra y enviar misiones a cada instante, pues más allá del aspecto económico, debe prevalecer un compromiso ambiental.
Por ello, las indagaciones de Victoria de León resaltan la importancia de viajar ligero desde la Tierra, así como usar y reutilizar los recursos disponibles en la superficie lunar. Pero, tal como ha aprendido en experiencias y acercamientos con otras culturas, estos resultados son apenas los primeros pasos; en ese sentido, su proyecto ya está inscrito en el módulo de materiales de la NASA para medir su desempeño y continuar con un proceso que, eventualmente, podría derramar beneficios sin necesidad de abandonar el planeta.
“El pensar para la Luna de verdad te lleva a innovar sobre la Tierra. En Milán, gané en la categoría de ‘Espacio y Sociedad’ porque este material claro que tiene aplicaciones aquí. Mi siguiente paso es explorarlo para hospitales donde se tiene una alta exposición a radiación o se podría utilizar en aviones. Todo esto bajo el concepto de recubrimientos e indicadores de múltiples formatos para detectar niveles de radiación nocivos”.
“Para mí es un antes y un después para asociar el espacio con la Tierra, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), porque allá esto tendrá impacto en 30 o 40 años… Pero eso es lo bueno del espacio, esa mentalidad de pensar cómo usar la menor cantidad de recursos posible para alcanzar una meta”, concluye la alumna del Tec de Monterrey campus Ciudad de México.